Existen multitud de ideas erróneas, muy difundidas, sobre el alcohol, sus propiedades, efectos y su consumo. Algunas de ellas forman también parte de la tradición cultural.
Es necesario aclararlas y despejar las posibles dudas, pues los mitos proporcionan imágenes muy convincentes y que incitan al consumo, pues le atribuyen características de éxito, prestigio socia, madurez, control, glamour, etc, o que idealizan esta sustancia y sus efectos.
Sin un orden especial, y sin pretender que la siguiente relación sea exhaustiva, se pueden citar:
- El alcohol no es tan peligroso como otras sustancias.
FALSO
Aunque el alcohol forma parte de nuestra cultura y, por lo tanto, está asociado a muchas situaciones de nuestra vida cotidiana, es sin duda la sustancia que más daños causa, a todos los niveles, con gravísimas consecuencias sociales y sanitarias: Accidentes, deterioro de la salud, deterioro de la convivencia, pérdida de años de vida, etc...
El consumo de alcohol es el segundo problema sanitario de nuestra sociedad, después de los accidentes de tráfico. Es mucho mayor el número de personas con problemas de alcoholismo que con problemas de consumo de opiáceos como la heroína o la metadona. La relación está aproximadamente en 1:10.
Para más información sobre este tema, se puede leer el artículo (en inglés) publicado por la revista médica THE LANCET, en el que se comparan los daños producidos por las diferentes sustancias, tanto el la propia persona que las consume como en su entorno, llegando a la conclusión de que el alcohol es la droga más dañina, por delante de la heroína, el crack, la cocaína, etc...
- El alcohol da calor y ayuda a resistir el frío.
FALSO
Cuando la temperatura es baja, el organismo reacciona dirigiendo el flujo sanguíneo hacia el
tronco, y de este modo proteger los órganos internos manteniendo el calor.
El alcohol tiene el efectos contrarios, pues produce una vasodilatación periférica (dilatación los
vasos sanguíneos), de tal modo que la sangre se dirige hacia la superficie de la piel, y produce la ilusión de calor, ya que los receptores de temperatura están en la piel.
Este fenómeno tiene como consecuencia una pérdida de calor y enfriamiento interno al tiempo
que proporciona una sensación subjetiva de calor. Por eso, en situaciones de embriaguez hay que
abrigar y proporcionar calor al sujeto, nunca intentar “despejarle” por medio de duchas frías.
- El alcohol es bueno para el corazón.
FALSO
Con cierta frecuencia se citan estudios que afirman que beber de un modo “moderado” previene
los infartos cardíacos, debido al efecto vasodilatador del alcohol, sin embargo no existe ninguna
evidencia de estos supuestos beneficios sobre la circulación coronaria, y por el contrario sí
que existen innumerables pruebas de cómo esta sustancia produce lesiones en el músculo cardíaco.
Por otro lado, en estos estudios se suele afirmar que la dosis necesaria es realmente baja, un
vaso de vino por día o similar, lo que suele dar lugar a malentendidos (cuando no interpretaciones
malintencionadas e interesadas) sobre las propiedades curativas, pues “disculpan” o favorecen
consumos de riesgo, que sí tienen repercusiones muy negativas para la salud y la vida de la
persona.
- El alcohol es estimulante del apetito.
FALSO
El alcohol tiene efectos sobre la mucosa del estómago estimulando así la producción de jugos gástricos, que desencadenan de este modo una cierta sensación de hambre. Esto no soluciona los problemas de apetito, y además provoca irritaciones gástricas (agudas y crónicas), que son fuente de molestias muy habituales entre los bebedores. Es preciso desterrar esta idea por el peligro que ha supuesto tradicionalmente, ya que en tiempos pasados, aunque recientes, se utilizaban con total naturalidad las bebidas alcohólicas como estimulante del apetito en la infancia.
- El alcohol aumenta la digestibilidad de los alimentos.
FALSO
El alcohol altera el proceso de absorción gastro-intestinal, de modo que no favorece en modo
alguno la digestión.
Por otro lado, aporta al organismo “calorías vacías”, que no contienen nutrientes y que necesitan
para su metabolismo del gasto de otros elementos clave para el buen funcionamiento del
organismo.
Tal es así, que los casos de malnutrición son frecuentes entre los bebedores habituales.
- El alcohol es un estimulante.
FALSO
El alcohol no es estimulante, sino que se trata de un depresor del Sistema Nervioso. Precisamente, dado su efecto depresor, actúa sobre los mecanismos cerebrales responsables de la inhibición, y que forman parte del control de nuestro comportamiento. Por eso tiene unos efectos iniciales que favorecen la sensación de euforia, y dan lugar a locuacidad e incremento de la actividad. Más adelante, al aumentar la dosis, provocan la inadecuación conductual, el deterioro en la capacidad de juicio, agresividad, irritabilidad, etc.
- El alcohol aumenta la potencia sexual.
FALSO
El alcohol favorece la desinhibición, y por lo tanto tiene efectos a la hora de entablar relaciones sociales o personales, pero inhibe la respuesta sexual, ocasionando episodios de impotencia.
Además, tiene un efecto tóxico sobre las gónadas que puede producir atrofia y esterilidad, pudiendo llegar a desencadenar la feminización en el varón (a causa de una reducción de la síntesis de testosterona) y amenorrea (pérdida de la menstruación) en la mujer.
Así mismo, la desinhibición ocasionada por el consumo de alcohol está asociada con prácticas sexuales de riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, relaciones afectivas inadecuadas, etc.…
- El alcohol ayuda a dormir mejor.
FALSO
La utilización de alcohol está muy extendida para combatir el insomnio, pues su efecto depresor, en dosis bajas, puede facilitar el conciliar el sueño, pero, sin embargo, a largo plazo o en dosis altas, el alcohol desestructura el sueño, reduciendo notablemente el efecto reparador del mismo, ya que disminuye las fases REM, produciendo al despertar la sensación de cansancio, irritabilidad o nerviosismo.
- Las bebidas alcohólicas son un alimento.
FALSO
Las bebidas alcohólicas están compuestas casi exclusivamente por alcohol y agua. Algunas contienen
hidratos de carbono, pero su contenido de vitaminas y minerales es realmente insignificante.
Nuestro organismo no es capaz de almacenar el alcohol puesto que no aporta nutrientes y por
tanto mientras que no se elimina a través de su metabolización hepática permanece en la sangre
manteniendo sus efectos en todos los tejidos. Cuando la cantidad de alcohol que hay que
eliminar es excesiva, el hígado, se ve obligado a utilizar unas vías metabólicas que suponen un
importante daño para sus células.
Por lo tanto, las calorías, del alcohol no sirven para alimentar al organismo, ni para darle energía
durante el esfuerzo físico o cualquiera de sus otras funciones, sino que perjudican su normal
equilibrio energético.
- El alcohol da fuerzas y mejora el trabajo físico.
FALSO
El alcohol actúa sobre el Sistema Nervioso Central, bloqueando la sensación de fatiga, de modo
que produce la falsa impresión de fuerza o de resistencia a la fatiga.
El trabajo físico necesita la energía muscular y los músculos no pueden utilizar las calorías del
alcohol pues este no puede almacenarse en ellos.
De este modo al no detectar la fatiga, ésta se va acumulando, sin que la persona establezca un
adecuado ritmo de trabajo, acompañado de los necesarios períodos de descanso, por lo que se
pueden producir lesiones y accidentes, pudiendo llegar incluso hasta el derrumbamiento físico.
El alcohol no compensa la pérdida de agua y minerales producida por el esfuerzo, pues por una
parte las bebidas alcohólicas no contienen minerales y por otra la ingestión de alcohol produce
una mayor cantidad de orina que hace perder mucho agua al organismo.
- El consumo de alcohol nos permite entablar relaciones.
FALSO
En muchas ocasiones se considera al alcohol como un lubricante social, pues sus efectos iniciales
eliminan las inhibiciones, pero a la vez promueven en las personas unas conductas despreocupadas
y fuera de la realidad que no ayudan demasiado a relacionarse.
El efecto estimulante que se produce al principio provoca sentimientos de euforia, facilidad de
expresión, simpatía o espontaneidad es muy transitorio y fácilmente se pasa a tener conductas
agresivas y antisociales.
Así, por ejemplo, se puede comprobar cómo la a capacidad de escucha queda muy mermada con
el alcohol: Si observamos un grupo que se reúne y empieza a beber nos daremos cuenta que
aunque el volumen de las conversaciones es cada vez más elevado la capacidad de escucha se
va limitando pues prácticamente al poco tiempo deja de existir la conversación y lo que existe
es un conjunto de monólogos superpuestos.
- Lo realmente peligroso son los licores.
FALSO
El alcohol contenido en las diferentes bebidas alcohólicas es el mismo, únicamente cambia la graduación
(mayor en los licores) y la cantidad de líquido (mayor en las fermentadas)
Una botella de cerveza o un vaso de vino contienen prácticamente la misma cantidad de alcohol
presente en media copa de licor.
Además hay que tener en cuenta que las bebidas de baja graduación suelen ser tomadas como
refresco, motivo este por el cual aumenta la probabilidad de un mayor consumo, con la consiguiente
intoxicación.
FALSO
Ser capaz de beber mucho no es algo bueno, pues no se trata de un signo de madurez, dureza,
resistencia o virilidad, sino que es un signo de tolerancia de nuestro organismo al alcohol.
Como ocurre con el resto de drogas, el organismo se habitúa a la sustancia, siendo necesarias
cada vez cantidades mayores de la misma para producir los efectos similares. Y este fenómeno
es peligroso, ya que se aumenta el consumo, bien sea para poder conseguir los efectos deseados
(el “punto”), bien por la consiguiente sensación de “aguante” o “control”. De este modo la
cantidad de alcohol es más alevada y trae como consecuencia un mayor riesgo de deterioro de
los distintos órganos, sistemas y funciones del cuerpo.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que a medida que la tolerancia aumenta, también
aumenta la dependencia física de una persona respecto al alcohol.
- Un combinado es menos peligroso que una copa de licor.
FALSO
La cantidad de alcohol de una bebida es la misma, independientemente de si ésta es ingerida
sola o diluida con un refresco. El hecho de mezclar no produce una evaporación o desaparición
del alcohol contenido.
De hecho, si se emplea un refresco carbonatado se incrementa la velocidad de absorción del
alcohol, con lo que los efectos sobre el organismo y el comportamiento son más rápidos.
- El alcohol afecta por igual a todas las personas.
FALSO
La concentración de alcohol (alcoholemia) varía en las personas dependiendo, además de la cantidad
ingerida, del peso y del sexo. Esto es importante cuando se bebe en grupo ya que generalmente
las personas solemos mirarnos en el espejo de los demás: beber la misma cantidad que
otros no tiene las mismas consecuencias.
Los efectos que se presentan pueden también depender de determinantes personales, tales
como la personalidad, el estado de ánimo, las expectativas sobre los efectos a conseguir, la tolerancia
a esta sustancia, etc. En este sentido resulta peligroso pretender “ser como los demás”.