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Sobre el alcohol...

El alcohol es la droga que más se consume en España y de la que más se abusa.

Por este motivo es las que más problemas sociales y sanitarios causa, en forma de accidentes de tráfico y de trabajo, problemas de salud, dependencia, ruptura de familias, malos tratos, actos vandálicos o incluso suicidios, entre otros.

A presar de ello es tal su implantación en todos los ámbitos sociales que no se tiene una percepción exacta de sus riesgos.

Mitos o ideas falsas relacionados con el alcohol:

Existen multitud de ideas erróneas, muy difundidas, sobre el alcohol, sus propiedades, efectos y su consumo. Algunas de ellas forman también parte de la tradición cultural.

Es necesario aclararlas y despejar las posibles dudas, pues los mitos proporcionan imágenes muy convincentes y que incitan al consumo, pues le atribuyen características de éxito, prestigio socia, madurez, control, glamour, etc, o que idealizan esta sustancia y sus efectos.

Sin un orden especial, y sin pretender que la siguiente relación sea exhaustiva, se pueden citar:

  • El alcohol no es tan peligroso como otras sustancias.

FALSO

Aunque el alcohol forma parte de nuestra cultura y, por lo tanto, está asociado a muchas situaciones de nuestra vida cotidiana, es sin duda la sustancia que más daños causa, a todos los niveles, con gravísimas consecuencias sociales y sanitarias: Accidentes, deterioro de la salud, deterioro de la convivencia, pérdida de años de vida, etc...

El consumo de alcohol es el segundo problema sanitario de nuestra sociedad, después de los accidentes de tráfico. Es mucho mayor el número de personas con problemas de alcoholismo que con problemas de consumo de opiáceos como la heroína o la metadona. La relación está aproximadamente en 1:10.

Para más información sobre este tema, se puede leer el artículo (en inglés) publicado por la revista médica THE LANCET, en el que se comparan los daños producidos por las diferentes sustancias, tanto el la propia persona que las consume como en su entorno, llegando a la conclusión de que el alcohol es la droga más dañina, por delante de la heroína, el crack, la cocaína, etc...

 

  • El alcohol da calor y ayuda a resistir el frío.

FALSO

Cuando la temperatura es baja, el organismo reacciona dirigiendo el flujo sanguíneo hacia el tronco, y de este modo proteger los órganos internos manteniendo el calor.

El alcohol tiene el efectos contrarios, pues produce una vasodilatación periférica (dilatación los vasos sanguíneos), de tal modo que la sangre se dirige hacia la superficie de la piel, y produce la ilusión de calor, ya que los receptores de temperatura están en la piel.

Este fenómeno tiene como consecuencia una pérdida de calor y enfriamiento interno al tiempo que proporciona una sensación subjetiva de calor. Por eso, en situaciones de embriaguez hay que abrigar y proporcionar calor al sujeto, nunca intentar “despejarle” por medio de duchas frías.

 

  • El alcohol es bueno para el corazón.

FALSO

Con cierta frecuencia se citan estudios que afirman que beber de un modo “moderado” previene los infartos cardíacos, debido al efecto vasodilatador del alcohol, sin embargo no existe ninguna evidencia de estos supuestos beneficios sobre la circulación coronaria, y por el contrario sí que existen innumerables pruebas de cómo esta sustancia produce lesiones en el músculo cardíaco.

Por otro lado, en estos estudios se suele afirmar que la dosis necesaria es realmente baja, un vaso de vino por día o similar, lo que suele dar lugar a malentendidos (cuando no interpretaciones malintencionadas e interesadas) sobre las propiedades curativas, pues “disculpan” o favorecen consumos de riesgo, que sí tienen repercusiones muy negativas para la salud y la vida de la persona.

 

  • El alcohol es estimulante del apetito.

FALSO

El alcohol tiene efectos sobre la mucosa del estómago estimulando así la producción de jugos gástricos, que desencadenan de este modo una cierta sensación de hambre. Esto no soluciona los problemas de apetito, y además provoca irritaciones gástricas (agudas y crónicas), que son fuente de molestias muy habituales entre los bebedores. Es preciso desterrar esta idea por el peligro que ha supuesto tradicionalmente, ya que en tiempos pasados, aunque recientes, se utilizaban con total naturalidad las bebidas alcohólicas como estimulante del apetito en la infancia.

 

  • El alcohol aumenta la digestibilidad de los alimentos.

FALSO

El alcohol altera el proceso de absorción gastro-intestinal, de modo que no favorece en modo alguno la digestión.

Por otro lado, aporta al organismo “calorías vacías”, que no contienen nutrientes y que necesitan para su metabolismo del gasto de otros elementos clave para el buen funcionamiento del organismo.

Tal es así, que los casos de malnutrición son frecuentes entre los bebedores habituales.

 

  • El alcohol es un estimulante.

FALSO

El alcohol no es estimulante, sino que se trata de un depresor del Sistema Nervioso. Precisamente, dado su efecto depresor, actúa sobre los mecanismos cerebrales responsables de la inhibición, y que forman parte del control de nuestro comportamiento. Por eso tiene unos efectos iniciales que favorecen la sensación de euforia, y dan lugar a locuacidad e incremento de la actividad. Más adelante, al aumentar la dosis, provocan la inadecuación conductual, el deterioro en la capacidad de juicio, agresividad, irritabilidad, etc.

 

  • El alcohol aumenta la potencia sexual.

FALSO

El alcohol favorece la desinhibición, y por lo tanto tiene efectos a la hora de entablar relaciones sociales o personales, pero inhibe la respuesta sexual, ocasionando episodios de impotencia.

Además, tiene un efecto tóxico sobre las gónadas que puede producir atrofia y esterilidad, pudiendo llegar a desencadenar la feminización en el varón (a causa de una reducción de la síntesis de testosterona) y amenorrea (pérdida de la menstruación) en la mujer.

Así mismo, la desinhibición ocasionada por el consumo de alcohol está asociada con prácticas sexuales de riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, relaciones afectivas inadecuadas, etc.…

 

  • El alcohol ayuda a dormir mejor.

FALSO

La utilización de alcohol está muy extendida para combatir el insomnio, pues su efecto depresor, en dosis bajas, puede facilitar el conciliar el sueño, pero, sin embargo, a largo plazo o en dosis altas, el alcohol desestructura el sueño, reduciendo notablemente el efecto reparador del mismo, ya que disminuye las fases REM, produciendo al despertar la sensación de cansancio, irritabilidad o nerviosismo.

 

  • Las bebidas alcohólicas son un alimento.

FALSO

Las bebidas alcohólicas están compuestas casi exclusivamente por alcohol y agua. Algunas contienen hidratos de carbono, pero su contenido de vitaminas y minerales es realmente insignificante.

Nuestro organismo no es capaz de almacenar el alcohol puesto que no aporta nutrientes y por tanto mientras que no se elimina a través de su metabolización hepática permanece en la sangre manteniendo sus efectos en todos los tejidos. Cuando la cantidad de alcohol que hay que eliminar es excesiva, el hígado, se ve obligado a utilizar unas vías metabólicas que suponen un importante daño para sus células.

Por lo tanto, las calorías, del alcohol no sirven para alimentar al organismo, ni para darle energía durante el esfuerzo físico o cualquiera de sus otras funciones, sino que perjudican su normal equilibrio energético.

 

  • El alcohol da fuerzas y mejora el trabajo físico.

FALSO

El alcohol actúa sobre el Sistema Nervioso Central, bloqueando la sensación de fatiga, de modo que produce la falsa impresión de fuerza o de resistencia a la fatiga.

El trabajo físico necesita la energía muscular y los músculos no pueden utilizar las calorías del alcohol pues este no puede almacenarse en ellos.

De este modo al no detectar la fatiga, ésta se va acumulando, sin que la persona establezca un adecuado ritmo de trabajo, acompañado de los necesarios períodos de descanso, por lo que se pueden producir lesiones y accidentes, pudiendo llegar incluso hasta el derrumbamiento físico.

El alcohol no compensa la pérdida de agua y minerales producida por el esfuerzo, pues por una parte las bebidas alcohólicas no contienen minerales y por otra la ingestión de alcohol produce una mayor cantidad de orina que hace perder mucho agua al organismo.

 

  • El consumo de alcohol nos permite entablar relaciones.

FALSO

En muchas ocasiones se considera al alcohol como un lubricante social, pues sus efectos iniciales eliminan las inhibiciones, pero a la vez promueven en las personas unas conductas despreocupadas y fuera de la realidad que no ayudan demasiado a relacionarse.

El efecto estimulante que se produce al principio provoca sentimientos de euforia, facilidad de expresión, simpatía o espontaneidad es muy transitorio y fácilmente se pasa a tener conductas agresivas y antisociales.

Así, por ejemplo, se puede comprobar cómo la a capacidad de escucha queda muy mermada con el alcohol: Si observamos un grupo que se reúne y empieza a beber nos daremos cuenta que aunque el volumen de las conversaciones es cada vez más elevado la capacidad de escucha se va limitando pues prácticamente al poco tiempo deja de existir la conversación y lo que existe es un conjunto de monólogos superpuestos.

 

  • Lo realmente peligroso son los licores.

FALSO

El alcohol contenido en las diferentes bebidas alcohólicas es el mismo, únicamente cambia la graduación (mayor en los licores) y la cantidad de líquido (mayor en las fermentadas)

Una botella de cerveza o un vaso de vino contienen prácticamente la misma cantidad de alcohol presente en media copa de licor.

Además hay que tener en cuenta que las bebidas de baja graduación suelen ser tomadas como refresco, motivo este por el cual aumenta la probabilidad de un mayor consumo, con la consiguiente intoxicación.

 

  • Cada vez aguanto más.

FALSO

Ser capaz de beber mucho no es algo bueno, pues no se trata de un signo de madurez, dureza, resistencia o virilidad, sino que es un signo de tolerancia de nuestro organismo al alcohol.

Como ocurre con el resto de drogas, el organismo se habitúa a la sustancia, siendo necesarias cada vez cantidades mayores de la misma para producir los efectos similares. Y este fenómeno es peligroso, ya que se aumenta el consumo, bien sea para poder conseguir los efectos deseados (el “punto”), bien por la consiguiente sensación de “aguante” o “control”. De este modo la cantidad de alcohol es más alevada y trae como consecuencia un mayor riesgo de deterioro de los distintos órganos, sistemas y funciones del cuerpo.

Un aspecto importante a tener en cuenta es que a medida que la tolerancia aumenta, también aumenta la dependencia física de una persona respecto al alcohol.

 

  • Un combinado es menos peligroso que una copa de licor.

FALSO

La cantidad de alcohol de una bebida es la misma, independientemente de si ésta es ingerida sola o diluida con un refresco. El hecho de mezclar no produce una evaporación o desaparición del alcohol contenido.

De hecho, si se emplea un refresco carbonatado se incrementa la velocidad de absorción del alcohol, con lo que los efectos sobre el organismo y el comportamiento son más rápidos.

  • El alcohol afecta por igual a todas las personas.

FALSO

La concentración de alcohol (alcoholemia) varía en las personas dependiendo, además de la cantidad ingerida, del peso y del sexo. Esto es importante cuando se bebe en grupo ya que generalmente las personas solemos mirarnos en el espejo de los demás: beber la misma cantidad que otros no tiene las mismas consecuencias.

Los efectos que se presentan pueden también depender de determinantes personales, tales como la personalidad, el estado de ánimo, las expectativas sobre los efectos a conseguir, la tolerancia a esta sustancia, etc. En este sentido resulta peligroso pretender “ser como los demás”.

 

 

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